Japón, una misteriosa tierra que equilibra la tecnología más vanguardista con antiguas tradiciones.
En esa cara más tradicional, podemos encontrar diversas y curiosas costumbres. Una de las más místicas e interesantes consiste en un ritual que ha pasado de generación en generación sin apenas perder su característica esencia y que simboliza el espíritu mismo de la cultura japonesa: La Ceremonia del Té.
Un presente llegado de China
El té apareció en Japón durante el siglo IX, cuando monjes budistas procedentes de China introdujeron esta planta en la zona.
Rápidamente, ganó importancia dentro de la cultura japonesa y pasó de tener un uso exclusivamente medicinal a servirse a diario.
La nueva reputación del té llevó a la creación de toda una ceremonia para su preparación, servicio y toma, que se basó en la sencillez y en el concepto japonés Ichi-go Ichi-e, «apreciar cada momento por si este no vuelve a suceder».
La importancia del escenario
La correcta Ceremonia del Té no ocurre en cualquier lugar. Este espacio tiene que representar un escenario íntimo y seguro, que disponga de algún vínculo con la naturaleza, por ejemplo, una estancia de la casa con vistas al jardín.
La importancia del respeto y la sencillez también se tienen que hacer patentes desde el primer instante, por eso la entrada a este espacio tiene que ser baja y que nos lleve a entrar en él mediante una reverencia o de rodillas.
Como ocurre con el escenario, los utensilios para la Ceremonia del Té tienen que estar cuidadosamente seleccionados, ya que adquieren un estado casi sagrado y son tratados con sumo respeto durante toda la ceremonia.
Los protagonistas
- Chakin: un pequeño paño rectangular con la función de limpiar el cuenco del té.
- Chawan: un tipo de cuenco donde se vierte y desde el que se toma el té.
- Cha-ire: una caja de tamaño reducido donde reposa el té en polvo.
- Chashaku: preciosas cucharillas adornadas con diversos motivos, con la función de servir el té.
- Chasen: un mezclador, generalmente de bambú, que se usa para mezclar el té con el agua.
Comienza la ceremonia
Primero, hay que descalzarse, ya que está prohibido pisar el tatami de la sala con zapatos de calle.
Una vez dentro, todo comienza con una reverencia para mostrar nuestros respetos al anfitrión. Tras ella, se adopta la famosa postura seizafrente a él y este dará por iniciada la ceremonia.
El anfitrión empieza con una limpieza metódica de todos los utensilios que va a utilizar y los coloca de manera ritual a su alcance.
A continuación, espolvorea cierta cantidad de té verde dentro del cuenco y lo acompaña con agua muy caliente. Deja apenas unos segundos y comienza a mezclar con el batidor, creando un líquido homogéneo de agua y té.
Con el té ya servido, el anfitrión buscará el motivo más bello del cuenco, que suele ser una filigrana o dibujo que destaca en él, y ofrecerá el cuenco con este detalle mirando al invitado.
El invitado recibe el cuenco y lo gira para no beber por el mismo lado del dibujo, ya que, según el folklore japonés, la boca es la parte más sucia del cuerpo humano y no debe mezclarse con la parte más bella del cuenco.
Con delicadeza, el invitado bebe en tres o cuatro sorbos el té y deja de nuevo el cuenco en el suelo. Es entonces cuando el anfitrión puede ofrecer un segundo té o dar por terminada la ceremonia y comenzar la metódica limpieza de todos los utensilios.
Una cuestión de identidad
Como has podido comprobar tras esta lectura, la Ceremonia del Té japonesa es más que tomar una agradable bebida caliente. Con este ritual, la sociedad de Japón expresa la tradición y los valores que protagonizan su cultura, aquellos que se basan en conceptos como la armonía, la serenidad y el respeto por lo que nos rodea, todo desde una perspectiva simple que disfruta del aquí y el ahora.
Participar en esta bella ceremonia es toda una VIVENZZIA. Vívela de cerca en nuestra salida en grupo a Japón.