Colombia es sinónimo de café. Este grano aromático no solo es un motor económico, sino también un elemento esencial de su identidad cultural. Con paisajes vibrantes que parecen salidos de una postal y un proceso de producción meticuloso, el café colombiano se ha ganado un lugar especial en el corazón de los amantes de esta bebida en todo el mundo.

La importancia del café en la cultura colombiana
El café no es solo una bebida; en Colombia, es un modo de vida. Desde el amanecer, los campesinos inician su jornada con una taza de café caliente, acompañados por los sonidos de la naturaleza y las vistas de montañas cubiertas de cafetales. Este ritual diario refleja el estrecho vínculo entre los colombianos y su tierra.
Además, el café ha posicionado a Colombia como uno de los principales países en la industria a nivel mundial, contribuyendo al crecimiento y desarrollo de su economía.
Representa aproximadamente el 10% de las exportaciones agrícolas de Colombia, con más de 500,000 familias dependiendo directamente de su cultivo.
No sorprende que el café también haya inspirado expresiones artísticas, literarias y culturales, consolidando su lugar en la identidad nacional.

¿Qué hace único al café colombiano?
La geografía colombiana juega un papel crucial en la calidad de su café. El país se encuentra en la región ecuatorial, con suelos volcánicos ricos en nutrientes, altitudes que oscilan entre los 1,200 y los 1,800 metros sobre el nivel del mar y un clima ideal para el cultivo del café arábica, conocido por su sabor suave y aromático.
El cuidado del suelo también juega un papel crucial en la calidad del café, utilizando técnicas de rotación de cultivos y compostaje para la fertilidad. Tienen un compromiso medioambiental muy importante, conservando así sus recursos naturales tan preciados. En la mayoría de las fincas cafeteras se aplica el cultivo orgánico, evitando el uso masivo de productos químicos. También prefieren cultivar bajo la sombra de árboles más grandes, creando un ecosistema sostenible al conservar los bosques nativos.
Colombia también se distingue por la recolección manual de los granos. Los caficultores seleccionan solo los frutos más maduros, garantizando así una calidad excepcional. Este proceso, aunque más laborioso, asegura que cada taza de café colombiano sea un deleite para el paladar.

El proceso del café: de la semilla a la taza
- Cultivo y cuidado de los cafetos: El proceso comienza con la selección de las mejores semillas, conocidas como «chapolas». Estas se siembran en viveros, donde reciben cuidados especiales durante las primeras semanas. Una vez que las plantas alcanzan el tamaño adecuado, se trasplantan a los cafetales. Aquí, los caficultores aseguran un equilibrio perfecto entre sol y sombra, utilizando árboles como guadua o plataneras para proteger los cafetos. Durante su crecimiento, las plantas se mantienen libres de plagas y enfermedades gracias a prácticas agrícolas sostenibles.
- Floración y desarrollo del fruto: Los cafetos florecen varias veces al año, dependiendo de las lluvias. Estas flores blancas desprenden un aroma dulce y delicado. Tras la floración, los frutos comienzan a formarse y tardan entre 7 y 11 meses en madurar, adquiriendo un color rojo intenso o amarillo según la variedad.
- Cosecha: Los granos se recolectan manualmente en varias pasadas para garantizar que solo los frutos maduros sean recogidos. Este método se llama “picking”.
- Despulpado: Una vez recolectados, los granos pasan por una máquina despulpadora que retira la cáscara exterior del fruto. Este proceso debe realizarse pocas horas después de la cosecha para garantizar la frescura del café.
- Fermentación: Los granos, aún cubiertos de una capa viscosa llamada mucílago, se depositan en tanques de fermentación. Aquí permanecen entre 12 y 24 horas, dependiendo de factores como la temperatura y la altitud. Este paso es crucial para desarrollar los sabores característicos del café colombiano, ya que elimina el mucílago y potencia los compuestos aromáticos.
- Lavado y secado: Los granos se lavan para eliminar residuos de la fermentación y se secan al sol o en secadores mecánicos en épocas de lluvia. Cuando se secan, todos los granos deben conservar una humedad de 11 – 12%, vital para evitar la formación de moho y poder conservar el café.
- Trillado y clasificación: Una vez secos, los granos pasan por el proceso de trilla, donde se elimina la cáscara final conocida como «parchment» o pergamino. El café resultante, conocido como «grano verde», está listo para ser clasificado y exportado. Se clasifican por tamaño, densidad y color.
- Tostado: Este paso transforma los granos verdes en los granos oscuros y fragantes que todos conocemos. El nivel de tostado (claro, medio u oscuro) influye en el sabor final del café.
- Empaquetado, distribución y exportación: finalmente el café colombiano ya está preparado para llegar a todos los hogares del mundo.

Regiones cafeteras en Colombia
El café colombiano proviene de varias regiones, cada una con sus propias características y perfiles de sabor. Entre ellas destacan:
- Eje Cafetero: Su región más famosa comprende los departamentos de Caldas, Quindío y Risaralda. Sus cafetales se encuentran entre los 1.200 y 2.000 metros de altura, con clima fresco y suelo fértil para producir cafés con notas suaves, con toques de frutas y caramelo.
- Sierra Nevada de Santa Marta: ubicada en la costa norte de Colombia, destaca por su microclima influenciado por la cercanía al mar Caribe, con altitudes hasta 1.800m. Los cafés de esta región suelen ser suaves y dulces, con notas de chocolate, frutos secos y panela.
- Nariño y Huila: Al suroeste de Colombia, se caracterizan por su altitud extrema (hasta 2.300m) y suelos volcánicos. Sus cafés son conocidos por acidez brillante y sabores dulces con matices de frutas tropicales.
- Cauca: Con cafés de notas florales y un balance perfecto entre dulzura y acidez.

Datos curiosos sobre el café colombiano
- La altura afecta el sabor: El café colombiano crece entre 1,200 y 2,000 metros sobre el nivel del mar. A mayor altitud, los granos maduran más lentamente, lo que les da tiempo para desarrollar sabores más complejos y ácidos.
- Origen volcánico: la mayoría de los suelos donde se cultiva el café en el país son de origen volcánico, lo que hace que sea súper buena la absorción de los nutrientes gracias a su composición de arena, arcilla y limos.
- La relación entre clima y cosechas: Gracias a sus múltiples microclimas, Colombia puede producir café casi todo el año. Esto ocurre por la existencia de dos cosechas principales: la cosecha principal, que va de septiembre a diciembre y “la mitaca” (cosecha secundaria), comprendida entre abril y junio.
- Juan Valdez como icono mundial: El personaje de Juan Valdez, creado en 1959, es uno de los símbolos más reconocidos internacionalmente del café colombiano. Representa a los pequeños caficultores del país y ha sido clave en posicionar la marca “Café de Colombia” en el mercado global.
- El café es 100% arábico: Colombia produce exclusivamente café de la variedad arábica, que es conocida por su sabor suave, menos amargo y con notas más complejas en comparación con la variedad robusta. Entre sus variedades, se encuentran la Típica, Borbón, Maragogipe, Caturra (todas de porte alto, es decir, crecen a mayor altura), Tabi y Colombia (estas dos últimas son de porte bajo).
- Todo el café se recolecta a mano: Colombia es uno de los pocos países en el mundo donde la recolección manual es la norma. Esto significa que los caficultores seleccionan exclusivamente los granos maduros, garantizando una calidad excepcional en cada cosecha.
- Tiene Denominación de Origen Protegida (DOP): Este reconocimiento asegura que solo los cafés cultivados y procesados en Colombia pueden llevar la etiqueta “Café de Colombia”, lo que protege su calidad y autenticidad.
- El café colombiano estuvo en el espacio: En 1971, los astronautas del Apolo 14 llevaron café colombiano en su misión, convirtiéndolo en el primer café consumido fuera de la Tierra.

Recomendaciones para disfrutar el café colombiano
Para saborear al máximo el café colombiano, aquí tienes algunos consejos:
- Métodos de preparación: Experimenta con métodos como prensa francesa, Chemex o V60 para resaltar sus sabores.
- Evita el azúcar: Esto te permitirá apreciar plenamente su perfil aromático y de sabor.
- Saber elegir el agua: un elemento a tener muy en cuenta. Se recomienda utilizar agua embotellada a unos 90º o 95º, justo antes de que ebulla. Si nos pasamos, puede cambiar notablemente el sabor del café, convirtiéndolo incluso en amargo.
- No recalentar el café: ¡hay que beberlo recién hecho! Sus propiedades se deterioran conforme pasan los minutos.
El café colombiano ha trascendido fronteras, convirtiéndose en un símbolo de calidad y tradición. Su papel como embajador cultural no solo promueve el producto, sino también resalta la riqueza de Colombia como destino turístico.
El café colombiano es mucho más que una bebida; es una experiencia sensorial y cultural que conecta a quienes lo cultivan con quienes lo disfrutan. Cada taza cuenta una historia de tradición, esfuerzo y pasión por ofrecer lo mejor. Así que, la próxima vez que tengas una taza de café colombiano frente a ti, tómate un momento para apreciar todo lo que representa.
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